lunes, 3 de agosto de 2009

NATURALEZA DE LA ACCIÓN MONTONERA, PRINCIPIOS, OBJETIVOS Y DOCTRINA DE LA GUERRILLA URBANA.

La mayoría de las acciones del movimiento, más que operaciones militares, fueron ejemplos de propaganda armada. Se trató de casos de guerra psicológica más que intentos de combatir unidades militares enemigas.
Los objetivos Montoneros eran, en parte, hacerse con recursos no sólo económicos sino también militares y logísticos (dinero de bancos, fusiles, armas, uniformes tomados de comisarías, cédulas de identidad y permisos de conducir sustraídos de los Tribunales, entre otros), y en parte, impulsar la combatividad popular demostrando la vulnerabilidad del régimen militar. Por otro lado, hicieron uso de las clásicas ventajas de la guerrilla consistentes en la sorpresa y la movilidad de fuerzas reducidas. No hubo asaltos a guarniciones militares ni comandos montoneros que provocaran el enfrentamiento armado con el ejército o la policía. Cabe destacar, que si bien no se llegaron a realizar enfrentamientos violentos provocados, sí había simpatía hacia el uso de la violencia ofensiva y una extremada selectividad de objetivos, en lugar de practicar el terrorismo al azar. Los guerrilleros prestaban especial atención a las operaciones simbólicas, susceptibles de generar la adhesión de la mayor cantidad de peronistas.
Los blancos favoritos de los montoneros en aquellos años para la colocación de bombas, fueron los símbolos oligárquicos y de la opulencia tales como los jockey club, campos de golf y los lujosos clubes de campo.
La mayoría de las personas muertas por los montoneros terminaron en aquellas circunstancias cuando suponían una amenaza fatal para aquellos.
Las compañías y los directivos extranjeros eran especialmente elegidos como objeto de castigo, pero tampoco en aquellos casos se tendía al asesinato. La disuasión de los inversores extranjeros en la Argentina se llevó a cabo volando las casas de los directivos, pero no, dañando a estos: las propiedades y no las personas, eran el principal blanco de violencia.
Hubo pocos secuestros. El de Vicenzo Russo, jefe de fabricación de la Standard Electric Argentina (subsidiaria de la ITT), fue la excepción a la regla, con un rescate de un millón de dólares. Probablemente el motivo de la baja cantidad de secuestros, haya sido el hecho de que los otros dos intentos de secuestro terminaron con muertes impensadas: en marzo de 1972, Roberto Uzal, uno de los principales líderes de la organización de extrema derecha Nueva Fuerza, fue muerto luego de herir mortalmente al montonero Jorge Rossi y a otros dos, en uno de los intentos de secuestro; y, en abril de 1973, el Coronel Iribarren, jefe de servicios de información del Tercer Cuerpo de Ejército, fue ametrallado al resistirse a un intento de secuestro por parte de dos unidades montoneras.
Ante el clima de inseguridad y de desorden social, la actividad guerrillera llegó a ser el factor determinante para que los militares de volvieran a los cuarteles y buscar una solución a la crisis argentina. Los fundadores de Montoneros y los que se unieron a él estaban convencidos de que la lucha armada era el único medio eficaz que tenían a su disposición para combatir la dictadura que se ejercía desde el Estado. El Cordobazo, fue un ejemplo de ello. Había gran descontento por las ideas políticas y las medidas empleadas en el ámbito económico, lo que generó el aumento de la simpatía hacia y la necesidad de la lucha armada.
La filosofía Montonera se basaba en la fusión de la guerrilla urbana (adaptación de la teoría del foco de Guevara) y las luchas populares del Movimiento Peronista. La teoría del foco fue primeramente pensada para la guerra rural y sostenía que los revolucionarios debieran iniciar la lucha armada aún cuando las condiciones para el éxito de una revolución no estuvieran aún presentes en su país; que las actividades guerrilleras ayudan a crear tales condiciones; y que, sacando partido de las ventajas clásicas de la guerrilla, es decir, la movilidad, la flexibilidad y la sorpresa, los pequeños grupos armados pueden llegar a convertirse en ejércitos revolucionarios populares capaces de derrotar a ejércitos regulares. Por otro lado, la guerrilla rural del modelo cubano no resultó muy atractiva para los Montoneros. La muerte del Che Guevara en 1967 en Bolivia demostró la mejor preparación de los organismos antiinsurgencia estadounidenses y latinoamericanos para responder a la actividad guerrillera y convenció a muchos de los revolucionarios de adquirir mayores conocimientos de campo al plantear las estrategias. En Argentina, con los montoneros no fue la primera vez que se implementó la guerrilla. Hubo otros antecedentes: Uturuncos en 1959-1960, el Ejército Revolucionario del Pueblo de Masetti en 1963-1964, también, el Destacamento 17 de Octubre de las FAP en 1968. Ninguno de estos intentos guerrilleros lograron alcanzar apoyo popular importante, ni siquiera en las provincias de Tucumán y Salta donde intentaron actuar. De hecho, las luchas populares decisivas se llevaron a cabo en las grandes ciudades de Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires.
Montoneros tomaron en cuenta el aislamiento geográfico que sufrieron los primeros guerrilleros. De los habitantes existentes en la Argentina (23 millones), el 75% vivía en las zonas urbanas. Las provincias más densamente pobladas eran Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, el resto de la población se dividía en las provincias restantes. Aunque evitaban el aislamiento geográfico, la estrategia de los guerrilleros propugnaba a favor del aislamiento social. La fuerza de la clase obrera radicaba en el poder colectivo industrial antes que en las armas de fuego. Por otro lado, la escasez de recursos económicos de los trabajadores limitaba su participación en la guerrilla. En otra posición se encontraban los radicales de la clase media que gozaban de una independencia económica mucho mayor, y, los estudiantes cuyas carreras duraban normalmente 5 ó 6 tenían mayor tiempo para dedicarse a la guerrilla. Por ello, es evidente que la guerra de guerrillas urbana en América Latina prosperase, sobre todo, en países como Argentina y Uruguay, muy urbanizados, con una clase media culturalmente refinada afectada por la reducción de las libertades políticas y culturales, si se tiene en cuenta los autoritarios controles y las medidas económicas impopulares impulsadas por ambos países.
La mayoría de los simpatizantes de Montoneros procedía de los sectores intermedios. Otros pertenecían a grupos profesionales independientes, pero la actitud del gobierno condicionaba el acceso a las universidades.
Desde el principio, dos influencias estratégicas guiaron el pensamiento montonero: una, revolucionaria; la otra, militar. La primera de ellas fue aportada por Abraham Guillen (veterano de la Guerra Civil Española). Al igual que Guevara, Guillén insistía en que la guerra revolucionaria tenía que llevarse a cabo bajo una jefatura político-militar unificada, pero para él el foquismo rural solo podía en Uruguay y la Argentina ejercer una función de apoyo: la demografía y la economía reclamaban por una estrategia urbana, dado que según él “La potencia de la revolución se halla donde está la población”.

Los escritos de Guillén difundían fórmulas clásicas para la guerra de guerrillas: ataques dispersos, por sorpresa, realizados por unidades móviles y rápidas, superiores en armas y en número en los puntos designados. Debía de evitarse el levantamiento de barricadas para no atraer la atención del enemigo; las unidades debían atacar los sectores más débiles del enemigo o poco defendidos. La lucha debería ser prolongada y consistiría en muchas pequeñas victorias que conducirían a una victoria final. Guillén remarcaba, qe no se trataba de una cuestión estrictamente militar: sin una orientación positiva hacia la clase obrera y las luchas populares, si los combatientes no coordinaban sus esfuerzos con estas, y, de no incorporar al grueso de las masas en un eventual ejército de liberación, la guerra revolucionaria en terrorismo. Guillén incitó una guerra total: económica, social a través de las huelgas, manifestaciones, protestas, acciones violentas aisladas todo ello combinado con el ejército de liberación y la guerrilla urbana. Esta guerra total tenía un cierto paralelo con la guerra integral que propugnaba Perón. La guerra total de Guillen tenía por objetivo el debilitamiento del enemigo mediante el accionar de los guerrilleros y otros activistas. Pero, mientras que Perón veía en la integración de esas fuerzas una amenaza potencial para su propia dirección del movimiento, Guillen la consideraba la clave del éxito político militar. Para Perón tales acciones eran un medio para presionar a los militares para que se celebraran las elecciones que sin duda ganaría; para Guillen sería la toma revolucionaria del poder.
También fue mentor estratégico de Montoneros Carl Vön Clausewitz. Este sostenía que la guerra defensiva es intrínsecamente más fuerte que la ofensiva. En opinión de los guerrilleros, las FFAA habían lanzado en 1966 una ofensiva contra el pueblo argentino, la cual podía ser contenida mediante una campaña defensiva agotadora del para el enemigo antes de llevar a cabo la contraofensiva de las fuerzas populares. Clusewitz no abogaba por una defensa pura, desde que la guerra debía hacerse desde dos lados. Su concepto de defensa fue relativo: pues incluía batallas ofensivas porque loa guerra defensiva es un escudo compuesto de golpes bien dirigidos, los argumentos para ello era la conveniencia de esperar y parar los golpes cuando el enemigo avanzara.
Sin embargo, Montoneros se volcaban por una guerra popular, Guillen por una guerra de clases en sentido amplio; pero en la práctica tal guerra no era apoyada ni por el pueblo ni por la clase obrera, sólo por algunos jóvenes de clase media.
Al ir desarrollándose Montoneros se volcó a las estrategias de guerra regular basándose en el no establecimiento de bases urbanas fijas que comprometieran tanto la seguridad como la movilidad de los guerrilleros, no construir un microestado, descartar el uso de las cárceles del pueblo cuya existencia creaban un sistema de represión paralelo. Debían recordar que para lograr la victoria en una guerra popular hay que actuar de conformidad con los intereses y deseos del pueblo. En comparación con los Tupamaros, estos se habían vuelto demasiado profesionales y excesivamente militarizados lo que los aisló de las masas urbanas.

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