lunes, 3 de agosto de 2009

Ni Cristianismo Ni Revolución

Cristianismo y Revolución fue una paradigmática revista político-religiosa argentina, publicada por primera vez en Buenos Aires, hacia septiembre de 1966. Su última edición se distribuyó en septiembre de1971

La publicación editada por mes, estaba inspirada en nuevas interpretaciones teológicas y sociales emanadas del Concilio vaticano 2 y de la Doctrina Social de la Iglesia y corrientes de pensamiento afines a lo que más tarde se definiría como la Teología de la Liberación

Dirigida en sus comienzos y en gran parte de su trayectoria por el ex seminarista Juan García Elorrio, tuvo una importante influencia en la formación ideológica de numerosos jóvenes y militantes políticos de la época, entre quienes se encontraban los integrantes de la organización armada irregular Montoneros, vinculada al movimiento político peronista. Jorge Luis Bernetti actuaba como secretario de Redacción, y Eduardo Galeano, John William Cooke, Miguel Grinberg, Raimundo Ongaro, Pepe Eliaschev, Rubén DRI, Emilio Jáuregui y Miguel Ramondetti, fueron algunos de sus columnistas.

Casiana Ahumada, esposa de García Elorrio, fue la directora de los últimos números de Cristianismo y Revolución, luego de que él muriera atropellado por un auto en un misterioso accidente.

Sus contenidos sintonizaban con una expresa simpatía hacia el socialismo latinoamericano, encarnado en la por entonces joven revolución cubana.

En realidad, la revista surgió por la iniciativa de un grupo que quería debatir el rol de los cristianos en la revolución y postuló la necesidad del cristiano de comprometerse con la lucha revolucionaria para ser coherente con su fe. Cristianismo y Revolución nació como un órgano de oposición a Onganía y como un espacio de difusión de las organizaciones armadas. Su estrategia fue denunciar la pretensión de “catolicismo” del gobierno de Onganía, basándose en ideas cristianas.

La revista tomó como base dos consignas: estaba inspirada en las palabras de Camilo Torres la del cura guerrillero colombiano “El deber de todo cristiano es ser revolucionario”, y la del Che Guevara: “El deber de todo revolucionario es hacer la revolución”

En sus comienzos la revista estuvo vinculada a las tareas del padre Carlos Mugica, asesor de la Juventud Estudiantil Católica (JEC) y al grupo de reflexión y acción Centro de Estudios Teilhard de Chardin, ambos profundamente susceptibles a las preocupaciones promovidas por la Doctrina Social e inclinados hacia la idea de que los pobres debían ser la primer preocupación del cristiano. Esta motivación caló hondo en estos hombres y generó un primer acercamiento hacia el peronismo, en tanto era considerado el partido con el que se auto identificaban los Argentina

La tarea de Cristianismo y Revolución tuvo mayor centralidad como punto de encuentro y conjunción de voluntades que como órgano mediático de opinión, ya que ni su tirada ni su distribución fueron muy significativas: 30 números en 5 años. Más bien, lo que hay que destacar es que a través de Cristianismo y Revolución se organizaron actividades donde participaban jóvenes entre 18 y 30 años, en su inmensa mayoría de clase media con formación universitaria completa o en curso.

La figura de García Elorrio fue protagónica no sólo en la definición de la línea editorial de la revista sino especialmente en la coordinación de muchas actividades con un perfil eminentemente social, como visitas a poblaciones pobres o misiones religiosas que incluían tareas de estudio, educación y asistencia. Precisamente participando en estas actividades se conocieron Fernando Abal Medina, Carlos Ramus, Mario Firmenich, Ignacio Vélez, Emilio Maza, Fernando Vaca Narvaja, entre otros.

Asimismo, había varias organizaciones que estaban vinculadas estrechamente a Cristianismo y Revolución. Agrupaciones como Peronismo de Base, Agrupación de Estudios Sociales, Integralismo, Ateneo Santa Fe, Acción Sindical Argentina, Movimiento de Estudiantes de la Universidad Católica, Grupo Reconquista o Grupo José Sabino Navarro. Dichos grupos conformaron una red de relaciones políticas y de amistad que poco tiempo más tarde darían forma y contención a Montoneros.

En 1967 García Elorrio constituyó el “Comando Camilo Torres”, donde se incorporaron

Numerosos jóvenes católicos. Durante los primeros meses de 1967, el Comando Camilo Torres, comenzaba a organizarse. Juan García Elorrio era su líder espiritual y solían reunirse en el departamento de su mujer, Casiana Ahumada, en Ruggeri y Las Heras. A esas reuniones acudían Mario Firmenich, Carlos Ramus, Fernando Abal Medina., el cordobés Emilio Maza y Norma Arrostito, entre otros. En ese ámbito se discutían documentos escritos por el Che Guevara relacionados con la liberación de los pueblos de Asia, África y America Latina. Allí mismo se hablaba del ejercicio de la violencia y del odio como sentimiento necesario para la construcción de las guerrillas de liberación.

"El Comando Camilo Torres tenía a mediados de 1967, unos treinta militantes de menos de veinticinco años, divididos en células de tres niveles distintos: un nivel de superficie, un nivel intermedio y el nivel militar o especial. El Camilo usaba la clásica organización en pirámide de muchas organizaciones revolucionarias, donde cada cual supuestamente, solo conocía a sus compañeros de célula, a su responsable y, si tenía una célula a cargo, a sus subordinados. (...) No se suponía que sus militantes tuvieran que ser cristianos; de hecho había algunos que nunca lo habían sido, como Norma Arrostito. Pero la mayoría estaba de acuerdo con las posiciones de la Iglesia tercermundista, aunque iban más allá: suponían que la violencia iba a ser necesaria para lograr esos objetivos, pensaban en organizar una guerrilla rural en Santa Fe o Tucumán y tomaban como modelo a la Revolución Cubana. También se identificaban con un peronismo que todavía resultaba bastante vago y, en ese momento, no aceptaban las consignas de Perón, que seguía diciendo que había que desensillar hasta que aclarara."

El primer acto del comando fue el primero de mayo de 1967. En ocasión de la celebración de la misa por el día del trabajador a cargo del cardenal Caggiano y con una nutrida concurrencia de funcionarios militares. García Elorrio interrumpió la homilía del Cardenal con el propósito de leer una “oración” en la que atacaba al gobierno por la falta de libertades fundamentales a las que sometía a los trabajadores y sus familias, y por “la acción devastadora de un plan económico al servicio del capitalismo, del imperialismo, de las oligarquías y en contra del pueblo”.

Uno de los eventos con mayor incidencia en la definición de la línea de acción de la organización fue la I Conferencia de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS). La OLAS fue un encuentro realizado del 31 de julio al 10 de agosto de 1967 en La Habana dirigido por Regis Debray. El objetivo de este encuentro fue crear un instrumento de coordinación de las diferentes experiencias revolucionarias del continente. La delegación argentina fue presidida por John W. Cooke y del grupo de Cristianismo y Revolución participaron García Elorrio, Abal Medina, Maza, Arrostito y Roberto Quieto. Al término de la Conferencia todos ellos adhirieron plenamente al foquismo y durante su estadía en la isla recibieron entrenamiento en guerra de guerrillas. Para este grupo se habían agotado los términos medios entre opresores y oprimidos, entre peronistas y los que jamás permitirían el restablecimiento de un gobierno democrático sin proscripciones, encarcelamientos y represión.

Cristianismo y Revolución dedicó una abundante cantidad de páginas a tratar el tema de la violencia, que en primer término se atribuyó a los gobiernos autoritarios que, desde 1955 (año en el que fue derrocado el gobierno constitucional de Perón), rompió el juego democrático proscribiendo al peronismo, persiguiendo y encarcelando a dirigentes obreros y a todo aquel que protestara u organizará la disidencia. Para el grupo editor de la revista este abuso, en primer orden, justificaba el uso de la fuerza.

Sin embargo, en Cristianismo y Revolución también se concebía la naturaleza violenta del régimen autoritario como una característica sistémica propia del capitalismo. A su juicio, la violencia estaba institucionalizada en el Estado. El uso permanente de la violencia en sus diversas formas era visto como una manera de sustentación y reproducción del sistema. Por ello se argumentó que la violencia popular era la respuesta a la que se veía obligado el oprimido, puesto que la clase dirigente no estaba dispuesta a sacrificar sus privilegios para que el resto acceda a una vida digna. Desde esta óptica la raíz de la violencia, tanto en su acción como reacción, estaba motivada y justificada por la explotación capitalista y las desigualdades extremas en las que devenía.

Como vemos, el discurso político revolucionario de Cristianismo y Revolución descansó sobre un imperativo ético. Desde la revista se anunció la percepción de estar en presencia de un orden social caduco, grávido de uno nuevo que pujaba por nacer pero que era brutalmente contenido por las fuerzas represivas del Estado. Sólo la violencia a la que decían verse empujados permitiría el nacimiento de una nueva sociedad.

Cristianismo y revolución

En el número de presentación de la revista encontramos que la definición de su línea editorial constituye un llamamiento explícito al compromiso de los cristianos con lo que Elorrio denomina la verdadera revolución. En contraposición con la otra autodenominada revolución, la que el régimen engendró en la figura visible de Onganía y sus “secuaces cursillistas”.

La nota comienza con una declamación de tipo universal en contra de la explotación humana, el materialismo capitalista y la dominación violenta de los pueblos del tercer mundo por parte del imperialismo y de las estructuras coloniales aun vigentes, denunciando el grado de injusticia y opresión que producen.

También relata las luchas llevadas a cabo en Asia, África y América, por negros, blancos y amarillos, que son masacrados por intentar su liberación.

En ese registro de condena por la situación internacional de justicia y opresión concluye que el resultado es el de la batalla entre dos mundos: “el que lucha por la justicia y la dignidad humana y su liberación integral, y el que lucha para perpetuar las condiciones en que esa dignidad y liberación no puedan darse jamás”. “El tercer mundo es el que se está gestando a partir de los procesos revolucionarios que se intentan, que se malogran y que se realizan a través de una acción dura y violenta pero profundamente humana a la cual nos incorporamos los cristianos que vemos en ella, como vio Camilo Torres, la única manera eficaz y amplia de realizar el amor para todos”.

Un aspecto importante que habría que mencionar es el ejemplo de Camilo Torres, como paradigma y referencia ineludible, desde el primer momento y durante todo el desarrollo de la publicación se halla presente, y se convierte en un lugar común. Es importante por la carga significativa que implica para todos los cristianos disconformes con el funcionamiento de la Iglesia Argentina. A la hora de pensar en la recepción, y en un público inicial al que este mensaje puede llegar, sería ineludible el hecho de mencionar que el ejemplo de Camilo Torres, es el de un sacerdote con formación universitaria que elige el camino de la lucha armada para poder insertarse en el proceso de cambio revolucionario.

Ya en el numero 2 de la revista desde su nota se asume que la militancia revolucionaria es el mejor signo de vocación católica,

Aquí ya no intenta justificar la inserción de los cristianos en la vida revolucionaria, sino que se afirma que la única forma de asumir un compromiso verdaderamente cristiano ante un proceso revolucionario inminente es el de sumarse para realizar esa justicia “de los que buscamos realizar los cielos nuevos en nuestra misma tierra”

Así, la militancia en la fe será militancia revolucionaria en nombre de los pobres y contra un solo enemigo; el sistema y su estructuración injusta de la sociedad.

En el transcurso de 1967, y en consonancia con la marcha del país el discurso de C y R se fue radicalizando aún mas, la muerte del Che Guevara en octubre de 1967 sumó un referente más al paradigma y prototipo del verdadero revolucionario, junto con Camilo Torres. Al Che se le dedica el número 5 de la revista (noviembre de 1967), y a partir de ese momento las alusiones a la revolución cubana y las discusiones acerca de las estrategias revolucionarias en América Latina se hicieron mas frecuentes.

Luego de los primeros números en donde el llamamiento a la participación de los cristianos en la lucha revolucionaria se alternaba con críticas y denuncias respecto de la jerarquía eclesiástica y su rol de complicidad para con el régimen, el mensaje de la revista se fue extendiendo hacia todos los sectores interesados en transformar la realidad argentina y del tercer mundo. El cambio se percibe en la apelación cada vez mas frecuente a los sectores que luego Irán conformando el peronismo revolucionario. La trascripción de diferentes mensajes del general Perón desde su exilio; cartas dirigidas por este al director de la revista; homenajes a Evita, los recordatorios del 17 de octubre y las necrológicas referidas a los caídos y los mártires del peronismo fusilados en el levantamiento de 1956, agregan un componente simbólico que refuerza la idea de que el peronismo constituye una seña de identidad para todos aquellos sectores comprometidos con el quehacer revolucionario.

También aparece en el numero de julio de 1968, una carta que Perón dirige a Raimundo

Ongaro titulada en la nota “Perón apoya a Ongaro”. Desde ese momento comienzan a abundar las notas y reportajes a los distintos referentes de los sindicatos combativos, empieza a concedérsele mayor atención a los conflictos que protagonizan estos gremios, dándole un especial énfasis a la trayectoria de la CGTA y agregando numerosas condenas explícitas al sindicalismo “participacioncita” de la CGT. En este sentido advierte García Elorrio en la nota editorial número 8 a los que “creyeron que la violencia era un problema de pueblos subdesarrollados, de bandoleros como Camilo Torres y el Che Guevara de aventureros como Fidel Castro y Ho Chi

Ming, se sorprenden ahora que esa violencia les reviente adentro del sistema”. Y luego se refiere a “las explosiones estudiantiles y obreras de Europa” y la “rebelión permanente de los pueblos de América Latina, Asia y África”.

Si tuviéramos que realizar una síntesis que resumiera el camino que tuvo la publicación en cuanto a sus contenidos encontramos un trayecto que fue desde la teología a la política y desde allí a la lucha armada.

Infinidad de actores sociales pasaran por las páginas de C y R. Un lugar destacado también ocupa todos aquellos sectores cristianos que empezaron a tener presencia respecto de la transformación de las estructuras de la Iglesia a nivel mundial, a nivel latinoamericano y a nivel nacional. Así, aparecen las reflexiones en torno al nuevo papel que asume el laicado y las experiencias de compromiso concreto de los sectores católicos con los pobres. También las declaraciones y reportajes a los Sacerdotes Para el Tercer Mundo; la atención especial que se les dio a las diócesis en las que los obispos tenían una actitud tendiente a la renovación del compromiso cristiano con el mundo (Así aparecerán Mons.: Novack en Neuquén, Mons. Devoto en la de Goya, o Angelelli en Córdoba).

La diversidad de actores que transitan por las páginas de C y R y el espacio discursivo que se otorga a estas voces, algunas bastante disímiles entre sí, generan la visión de que un proceso en gran escala, se configura en el contexto internacional. El lugar de Cristianismo y Revolución en este proceso revolucionario seria no tanto el de la lucha ideológica o política, sino el de aportar el matiz de la cosmovisión cristiana. La noción de trascendencia y la conciencia de que la revolución debe hacerse desde un imperativo ético porque es buena, traerá justicia, ya está en camino y producirá una sociedad de iguales. Esta es la visión de la sociedad socialista que plantea no tanto una “liberación” de las relaciones de producción y sometimiento producto de la lucha de clases que se entabla en el sistema capitalista, sino mas bien una sociedad de iguales, en la que no haya distinciones sociales económicas o culturales, y en la que los bienes y riquezas sean equitativamente repartidos.

Cuando García Elorrio se refiere en la nota editorial del número 9 al próximo congreso

Latinoamericano a celebrarse en Medellín, cita al documento producido por los cristianos en Córdoba: “Un nuevo estilo de celebración eucarística…será el auténtico Congreso Eucarístico Internacional del mañana: el encuentro de todos los pueblos liberados del mundo, que sin proclamar tanto el nombre de Cristo y su Eucaristía, harán realidad con su historia lo que ella significa y produce: la igualdad de todos los hombres, compañeros en la tierra”.

Se daba profuso tratamiento y amplia difusión a corrientes de pensamiento que pretendían justificar la legitimidad de la lucha armada y el rol de las vanguardias político

Los enunciados discursivos de CyR son de una riqueza inconmensurable porque permiten palpar la calidad de la amalgama producida por todos estos elementos:
* “El verdadero socialismo es el cristianismo integralmente vivido, en el justo reparto de los bienes y la igualdad fundamental.”
* “Para lograrlo, es indispensable erradicar la propiedad privada de los medios de producción.”
* “Sólo el socialismo nacional y latinoamericano garantizará a los trabajadores la participación en
el poder.”
* “El peronismo revolucionario se propone tomar el poder para que lo ejerza plenamente la clase trabajadora, con el objetivo de crear un Estado Socialista peronista.”
* “El único medio para construir la Patria Socialista es el compromiso armado, la militancia revolucionaria en diferentes roles.”
* “Se trata de vincular la lucha armada con la organización popular, incorporando elementos políticos que provengan de las agrupaciones fabriles o barriales.”
* “El ideario político de Camilo Torres se basa en tres afirmaciones: sin el poder para el pueblo no hay cambio social en América latina; la vía electoral no es el camino; la única salida es la lucha armada.”
* “No se puede ser manso en una realidad de violencia sin ser cómplice.”
* “La contradicción principal es el imperialismo y no la lucha de clases.”
En el Credo, Jesús sube a los cielos y se sienta a la derecha de Dios Padre. El grupo de CyR y la militancia cristiano-revolucionaria miraba la situación desde otro punto de vista y llegaba a la conclusión de que Cristo está a la izquierda de la máxima jerarquía. El libro de Morello abre una brecha para que aquella perspectiva, sobre la que existía hasta hoy (casi) un voto de silencio, recupere toda su expresividad.

Juan García Elorrio fue periodista y militante del llamado "progresismo católico". Originalmente, según se sostenía por esos años, había tenido algunos vínculos con una rama de la Democracia Cristiana. Fue educado por los Jesuitas en el Colegio Del Salvador y entró al Seminario donde estudió hasta los 21 años.
A mediados de los Años Sesenta fue secretario de Promoción Social de la Comuna de Marcos Paz, lugar donde dio las primeras muestras de cuál sería su derrotero ideológico posterior.
Trató de realizar una suerte de puente de contacto entre sectores "progresistas" de la Iglesia y el castrismo a través del sacerdote Camilo Torres, de ideas marxistas.
Tomó el nombre del sacerdote para crear los Comandos "Camilo Torres", de donde saldrían prominentes cuadros guerrilleros. Se hizo presente en la reunión de OLAS-Tri continental realizada en La Habana a partir de 1966-67, identificándose de inmediato con el castrismo.
Firmó la célebre "Carta Argentina" (de carácter colectivo) sobre "El 'Che Guevara' y la Liberación Nacional y Social del Pueblo Argentino". La publicó en "Cristianismo y Revolución" en su número de octubre de 1968.
Murió en un accidente en el año 1971.

NATURALEZA DE LA ACCIÓN MONTONERA, PRINCIPIOS, OBJETIVOS Y DOCTRINA DE LA GUERRILLA URBANA.

La mayoría de las acciones del movimiento, más que operaciones militares, fueron ejemplos de propaganda armada. Se trató de casos de guerra psicológica más que intentos de combatir unidades militares enemigas.
Los objetivos Montoneros eran, en parte, hacerse con recursos no sólo económicos sino también militares y logísticos (dinero de bancos, fusiles, armas, uniformes tomados de comisarías, cédulas de identidad y permisos de conducir sustraídos de los Tribunales, entre otros), y en parte, impulsar la combatividad popular demostrando la vulnerabilidad del régimen militar. Por otro lado, hicieron uso de las clásicas ventajas de la guerrilla consistentes en la sorpresa y la movilidad de fuerzas reducidas. No hubo asaltos a guarniciones militares ni comandos montoneros que provocaran el enfrentamiento armado con el ejército o la policía. Cabe destacar, que si bien no se llegaron a realizar enfrentamientos violentos provocados, sí había simpatía hacia el uso de la violencia ofensiva y una extremada selectividad de objetivos, en lugar de practicar el terrorismo al azar. Los guerrilleros prestaban especial atención a las operaciones simbólicas, susceptibles de generar la adhesión de la mayor cantidad de peronistas.
Los blancos favoritos de los montoneros en aquellos años para la colocación de bombas, fueron los símbolos oligárquicos y de la opulencia tales como los jockey club, campos de golf y los lujosos clubes de campo.
La mayoría de las personas muertas por los montoneros terminaron en aquellas circunstancias cuando suponían una amenaza fatal para aquellos.
Las compañías y los directivos extranjeros eran especialmente elegidos como objeto de castigo, pero tampoco en aquellos casos se tendía al asesinato. La disuasión de los inversores extranjeros en la Argentina se llevó a cabo volando las casas de los directivos, pero no, dañando a estos: las propiedades y no las personas, eran el principal blanco de violencia.
Hubo pocos secuestros. El de Vicenzo Russo, jefe de fabricación de la Standard Electric Argentina (subsidiaria de la ITT), fue la excepción a la regla, con un rescate de un millón de dólares. Probablemente el motivo de la baja cantidad de secuestros, haya sido el hecho de que los otros dos intentos de secuestro terminaron con muertes impensadas: en marzo de 1972, Roberto Uzal, uno de los principales líderes de la organización de extrema derecha Nueva Fuerza, fue muerto luego de herir mortalmente al montonero Jorge Rossi y a otros dos, en uno de los intentos de secuestro; y, en abril de 1973, el Coronel Iribarren, jefe de servicios de información del Tercer Cuerpo de Ejército, fue ametrallado al resistirse a un intento de secuestro por parte de dos unidades montoneras.
Ante el clima de inseguridad y de desorden social, la actividad guerrillera llegó a ser el factor determinante para que los militares de volvieran a los cuarteles y buscar una solución a la crisis argentina. Los fundadores de Montoneros y los que se unieron a él estaban convencidos de que la lucha armada era el único medio eficaz que tenían a su disposición para combatir la dictadura que se ejercía desde el Estado. El Cordobazo, fue un ejemplo de ello. Había gran descontento por las ideas políticas y las medidas empleadas en el ámbito económico, lo que generó el aumento de la simpatía hacia y la necesidad de la lucha armada.
La filosofía Montonera se basaba en la fusión de la guerrilla urbana (adaptación de la teoría del foco de Guevara) y las luchas populares del Movimiento Peronista. La teoría del foco fue primeramente pensada para la guerra rural y sostenía que los revolucionarios debieran iniciar la lucha armada aún cuando las condiciones para el éxito de una revolución no estuvieran aún presentes en su país; que las actividades guerrilleras ayudan a crear tales condiciones; y que, sacando partido de las ventajas clásicas de la guerrilla, es decir, la movilidad, la flexibilidad y la sorpresa, los pequeños grupos armados pueden llegar a convertirse en ejércitos revolucionarios populares capaces de derrotar a ejércitos regulares. Por otro lado, la guerrilla rural del modelo cubano no resultó muy atractiva para los Montoneros. La muerte del Che Guevara en 1967 en Bolivia demostró la mejor preparación de los organismos antiinsurgencia estadounidenses y latinoamericanos para responder a la actividad guerrillera y convenció a muchos de los revolucionarios de adquirir mayores conocimientos de campo al plantear las estrategias. En Argentina, con los montoneros no fue la primera vez que se implementó la guerrilla. Hubo otros antecedentes: Uturuncos en 1959-1960, el Ejército Revolucionario del Pueblo de Masetti en 1963-1964, también, el Destacamento 17 de Octubre de las FAP en 1968. Ninguno de estos intentos guerrilleros lograron alcanzar apoyo popular importante, ni siquiera en las provincias de Tucumán y Salta donde intentaron actuar. De hecho, las luchas populares decisivas se llevaron a cabo en las grandes ciudades de Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires.
Montoneros tomaron en cuenta el aislamiento geográfico que sufrieron los primeros guerrilleros. De los habitantes existentes en la Argentina (23 millones), el 75% vivía en las zonas urbanas. Las provincias más densamente pobladas eran Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, el resto de la población se dividía en las provincias restantes. Aunque evitaban el aislamiento geográfico, la estrategia de los guerrilleros propugnaba a favor del aislamiento social. La fuerza de la clase obrera radicaba en el poder colectivo industrial antes que en las armas de fuego. Por otro lado, la escasez de recursos económicos de los trabajadores limitaba su participación en la guerrilla. En otra posición se encontraban los radicales de la clase media que gozaban de una independencia económica mucho mayor, y, los estudiantes cuyas carreras duraban normalmente 5 ó 6 tenían mayor tiempo para dedicarse a la guerrilla. Por ello, es evidente que la guerra de guerrillas urbana en América Latina prosperase, sobre todo, en países como Argentina y Uruguay, muy urbanizados, con una clase media culturalmente refinada afectada por la reducción de las libertades políticas y culturales, si se tiene en cuenta los autoritarios controles y las medidas económicas impopulares impulsadas por ambos países.
La mayoría de los simpatizantes de Montoneros procedía de los sectores intermedios. Otros pertenecían a grupos profesionales independientes, pero la actitud del gobierno condicionaba el acceso a las universidades.
Desde el principio, dos influencias estratégicas guiaron el pensamiento montonero: una, revolucionaria; la otra, militar. La primera de ellas fue aportada por Abraham Guillen (veterano de la Guerra Civil Española). Al igual que Guevara, Guillén insistía en que la guerra revolucionaria tenía que llevarse a cabo bajo una jefatura político-militar unificada, pero para él el foquismo rural solo podía en Uruguay y la Argentina ejercer una función de apoyo: la demografía y la economía reclamaban por una estrategia urbana, dado que según él “La potencia de la revolución se halla donde está la población”.

Los escritos de Guillén difundían fórmulas clásicas para la guerra de guerrillas: ataques dispersos, por sorpresa, realizados por unidades móviles y rápidas, superiores en armas y en número en los puntos designados. Debía de evitarse el levantamiento de barricadas para no atraer la atención del enemigo; las unidades debían atacar los sectores más débiles del enemigo o poco defendidos. La lucha debería ser prolongada y consistiría en muchas pequeñas victorias que conducirían a una victoria final. Guillén remarcaba, qe no se trataba de una cuestión estrictamente militar: sin una orientación positiva hacia la clase obrera y las luchas populares, si los combatientes no coordinaban sus esfuerzos con estas, y, de no incorporar al grueso de las masas en un eventual ejército de liberación, la guerra revolucionaria en terrorismo. Guillén incitó una guerra total: económica, social a través de las huelgas, manifestaciones, protestas, acciones violentas aisladas todo ello combinado con el ejército de liberación y la guerrilla urbana. Esta guerra total tenía un cierto paralelo con la guerra integral que propugnaba Perón. La guerra total de Guillen tenía por objetivo el debilitamiento del enemigo mediante el accionar de los guerrilleros y otros activistas. Pero, mientras que Perón veía en la integración de esas fuerzas una amenaza potencial para su propia dirección del movimiento, Guillen la consideraba la clave del éxito político militar. Para Perón tales acciones eran un medio para presionar a los militares para que se celebraran las elecciones que sin duda ganaría; para Guillen sería la toma revolucionaria del poder.
También fue mentor estratégico de Montoneros Carl Vön Clausewitz. Este sostenía que la guerra defensiva es intrínsecamente más fuerte que la ofensiva. En opinión de los guerrilleros, las FFAA habían lanzado en 1966 una ofensiva contra el pueblo argentino, la cual podía ser contenida mediante una campaña defensiva agotadora del para el enemigo antes de llevar a cabo la contraofensiva de las fuerzas populares. Clusewitz no abogaba por una defensa pura, desde que la guerra debía hacerse desde dos lados. Su concepto de defensa fue relativo: pues incluía batallas ofensivas porque loa guerra defensiva es un escudo compuesto de golpes bien dirigidos, los argumentos para ello era la conveniencia de esperar y parar los golpes cuando el enemigo avanzara.
Sin embargo, Montoneros se volcaban por una guerra popular, Guillen por una guerra de clases en sentido amplio; pero en la práctica tal guerra no era apoyada ni por el pueblo ni por la clase obrera, sólo por algunos jóvenes de clase media.
Al ir desarrollándose Montoneros se volcó a las estrategias de guerra regular basándose en el no establecimiento de bases urbanas fijas que comprometieran tanto la seguridad como la movilidad de los guerrilleros, no construir un microestado, descartar el uso de las cárceles del pueblo cuya existencia creaban un sistema de represión paralelo. Debían recordar que para lograr la victoria en una guerra popular hay que actuar de conformidad con los intereses y deseos del pueblo. En comparación con los Tupamaros, estos se habían vuelto demasiado profesionales y excesivamente militarizados lo que los aisló de las masas urbanas.

CONTROL DE MEDIOS - ES POSIBLE?

INTRODUCCION:

• Chiavenato: El control es una función administrativa: es la fase del proceso administrativo que mide y evalúa el desempeño y toma la acción correctiva cuando se necesita. De este modo, el control es un proceso esencialmente regulador.

También hay otras connotaciones para la palabra control:

• Comprobar o verificar;
• Regular;
• Comparar con un patrón;
• Ejercer autoridad sobre alguien (dirigir o mandar);
• Frenar o impedir.

Es necesario destacar la vital importancia que hoy en día tienen los medios de comunicación a lo cual me surgen algunos interrogantes: ¿Hubiese renunciado Miguel Juárez Celman (PAN) en 1890 si acaso hubiesen existido medios masivos de comunicación que hoy existen o hubiese logrado una segunda presidencia?, ¿Acaso hubiesen sido depuestos de sus cargos de Presidente de la Nación los Dres. Illia y Frondizi si los medios de comunicación en aquel entonces hubiesen transmitido a la sociedad los avances económicos logrados por sus gestiones en lugar de avocarse a desprestigiarlos y hacer conjeturas o caricaturas que nada tenían que ver con la realidad económica?
A mi entender los medios de comunicación cumplen un rol fundamental como factor de poder frente a la sociedad y ese rol debe ser desarrollado con la responsabilidad institucional que la función merece, pero, ¿cuál sería la solución entonces? Podríamos controlarlos desde el Estado, controlar su funcionamiento, controlar que pueden difundir y que no, crear un organismo oficial que seleccione la información que sería perjudicial para la vida institucional de la Nación y la que ayudara a una formación de opinión independiente en la ciudadanía. ¿Y si el Estado se excede en ese control y lo termina convirtiendo en un elemento a fin a sus intereses? Lo cierto es que estamos caminando por una línea muy delgada y difícil de vislumbrar aun.

DEFINICION DE CONTROL
Evidentemente todas esas definiciones expresadas anteriormente representan concepciones incompletas del control, quizás definidas en un modo subjetivo y de aplicación; en definitiva, debe entenderse el control como:
Una función administrativa, ya que conforma parte del proceso de administración, que permite verificar, constatar, palpar, medir, si la actividad, proceso, unidad, elemento o sistema seleccionado está cumpliendo y/o alcanzando o no los resultados que se esperan.
 Elementos del control
El control es un proceso cíclico y repetitivo. Está compuesto de elementos que se suceden unos a otros:
Establecimiento de estándares: Es la primera etapa del control, que establece los estándares o criterios de evaluación o comparación. Un estándar es una norma o un criterio que sirve de base para la evaluación o comparación de alguna cosa.

LA LIBERTAD Y EL CONTROL DE LA PRENSA
Para que un gobierno constitucional -"el gobierno de las leyes y no el de hombres"- sea una realidad y no una ficción, la libertad efectiva de la prensa en cualesquiera de sus formas, debe de estar presente incuestionablemente como requisito indispensable.
He aquí una de las bases necesaria y permanente, no ya de toda constitución republicana, como la nuestra, sino de todo tipo de organización política, aún cuando se trate de regimenes autocráticos consentidos por los pueblos o impuestos por una voluntad personal prepotente.
La falta de libertad y control de la prensa caracteriza de modo inconfundible un momento histórico como el más desventurado y peligroso para todo pueblo donde ello suceda; porque entonces, los derechos individuales y la responsabilidades de los gobernantes quedan a merced del poder que tengan más osadía e instrumentos de coerción en sus manos para subordinar a su capricho todo orden social.
Es así por lo cual, Mariano Moreno, el inmortal animador de la gesta de mayo, adoptó como lema de la Gaceta de Buenos Aires el concepto profundo de Tácito; y, es por lo mismo, que en su primer tirada escribió: "(...) El pueblo tiene derecho a saber la conducta de sus representantes y el honor de éstos se interesa de que todos conozcan la execración con que miran aquellas reservas y misterios inventados por el poder para cubrir los delitos (...)"; asimismo, todo ello se ve reflejado en la primera sanción nacional de libertad de prensa del 20 de abril de 1811, donde se fundamenta la facultad individual de los ciudadanos de hacer conocer sus pensamientos e ideas políticas, sirviendo de esta forma de control a gobernantes y de ilustración nacional, único camino para llegar al conocimiento de la opinión pública.
Un gobierno constitucional es imposible sin la libertad y el control de la prensa. Esta ha sido justamente considerada como un cuarto poder del Estado, y cabe admitir que, si no lo es, por lo menos ha de mirársela como una de sus instituciones esenciales. Tal cosa es la prensa en nuestra jurisprudencia constitucional, y, esta llamada a desempeñar esa alta misión social de cultura cívica, de defensa de las instituciones políticas, de crítica imparcial a la conducta pública de los gobernantes y de preservación de los intereses fundamentales del país, la prensa ejerce así su nobilísimo ministerio, cooperando con notable eficiencia en el progreso y en la grandeza de la Nación toda.
PRENSA Y CONTROL DE CONTENIDOS
Todo esto lleva a pensar que el control es un mecanismo que permite corregir desviaciones a través de indicadores cualitativos y cuantitativos dentro de un contexto social amplio, a fin de lograr el cumplimiento de los objetivos claves y así evitar desviaciones en el funcionamiento del sistema que lleven a errores cuya reparación no sería suficiente, o mejor dicho, errores que podrían haber sido evitados.
LA IMPORTANCIA EN LA PRESERVACION DE LA LIBERTAD DE PRENSA Y EL CONTROL POLITICO EN LA ACTUALIDAD
La libertad de prensa es una de las reglas constitutivas de las sociedades democráticas, ya que permite la circulación de informaciones, la expresión de opiniones y, con ello, el desarrollo de la conciencia ciudadana. Por el contrario, el rasgo definitorio de las sociedades cerradas y autoritarias es la prohibición de esta libertad básica y, como su correlato, el establecimiento de mecanismos de control y censura que condicionan la búsqueda de información y restringen la expresión de críticas. Por esto, la preservación de la libertad de prensa presenta una importancia que excede la coyuntura o el tratamiento puntual de un tema y se liga al modelo de sociedad constitucionalmente previsto.

Si el poder político disiente del tratamiento que un medio le brindó a una problemática -hecho ciertamente común en las sociedades modernas-, cuenta con la posibilidad de informar más, expresar sus opiniones y brindar entrevistas o conferencias de prensa para exponer sus razones y elementos de prueba. Pero ninguna de estas prácticas sale del juego democrático que asigna funciones a los gobernantes y conforma la esfera pública básicamente a través de las libertades de prensa y expresión.
En cambio, algunas de las reacciones del Gobierno sobre el tratamiento periodístico del conflicto con el sector agropecuario alcanzaron un rango de imprudencia. Luego de su discurso en la Plaza de Mayo, la Presidenta volvió a formular expresiones críticas hacia el periodismo al recibir un informe elaborado por miembros de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, centrado en la crítica a la objetividad de la información y en las narrativas utilizadas por los medios. En concreto, la Primera Mandataria señaló que "hay una prohibición decretada desde algún lugar" que lleva a que no se comuniquen buenas noticias, mientras que, por su lado, el decano de la referida facultad impulsó, con apoyo oficial, que la actividad del Observatorio de la Discriminación asumiera una labor más firme sobre el control de la información de los medios.
El clima conformado por estas expresiones despertó el fantasma de intentos de condicionamientos a la libertad de prensa. Cualquiera sea la modalidad de restricción, ella afectaría a una libertad prioritaria de la Constitución y afectaría el desenvolvimiento de la esfera pública, lo cual lleva, entonces, a que causen preocupación y rechazo.
La práctica de las libertades de prensa y de expresión no puede reducirse a la presentación de narrativas arbitrarias, como se deriva del informe entregado a la Presidenta. A través de las informaciones disponibles y las opiniones recolectadas, los medios llegan a sus lectores y, en general, receptores, con los cuales se cultiva una relación de credibilidad a través de verificaciones cotidianas y lazos de confianza abonados a lo largo de décadas. Un medio no puede persistir negando o tergiversar acciones o sucesos, aunque sea cierto -y esto permite la confrontación de ideas- que la interpretación de los mismos suele ser múltiple y a veces inagotable, lo cual no hace más que enriquecer el debate público.
La prensa debe observar a la sociedad y a sus representantes e informar del modo más amplio posible. Por su lado, el poder político debe respetar la libertad de prensa, sin que haya análisis académico capaz de legitimar restricciones a la labor periodística, ya que de ese modo se afectaría el acceso a la información y a la formulación de opiniones de la ciudadanía. La madurez de un orden político en gran medida se ejemplifica en el vínculo que mantienen las autoridades con la prensa. Es de esperar, entonces, que el enriquecimiento de la cultura democrática se refleje en un mayor respeto a las libertades de prensa y de expresión.
Las críticas del Gobierno a la prensa y el impulso de un Observatorio destinado a vigilar la actividad de los medios despiertan preocupación. En las sociedades democráticas, las libertades de prensa y expresión son la condición de existencia de una esfera pública adulta, con capacidad para acceder a la información y formar y expresar opiniones.
LA JURISPRUDENCIA Y EL AVANCE DE LA DOCTRINA EN NUESTRO PAIS

A través de diferentes fallos la Corte se ha expresado respecto de la libertad de prensa; ya sea en los votos mayoritarios como en los de la minoría disidente dependiendo del gobierno y el contexto en el que se desarrollaron los hechos .

En “Verbitsky, Horacio y otros, s/denuncia apología del crimen", del 13 de junio de 1989, como consecuencia de que se había prohibido la publicación de una solicitada, dijo que las garantías que rodean el derecho de prensa impiden a las autoridades públicas controlar las ideas antes de su impresión, así como toda acción u omisión que restrinja la publicación y la circulación de la prensa. Agregó que elevado el derecho de prensa a la categoría de un derecho individual autónomo, la Constitución Nacional garantiza su ejercicio sin censura previa con el objeto de impedir la intromisión arbitraria del Estado en el proceso de la publicación de la palabra impresa. De ahí que la censura previa dispuesta por orden judicial vulnera la garantía constitucional que protege el derecho de publicar las ideas. También definió el área irrestricta e incoercible de la censura previa, sólo excepcionalmente limitada ante situaciones de emergencia nacional (art. 23 de la Constitución Nacional), que impide la intromisión de las autoridades públicas, debiendo reconocerse como regla que cualquier restricción o censura previa tiene una fuerte presunción de inconstitucionalidad (voto en disidencia del Juez Fayt).
En “Servini de Cubría María Romilda s/ Amparo” la Corte sienta un importante precedente acerca de la libertad de expresión sin censura previa, incorporando en la doctrina los preceptos establecidos en el Art. 13 del Pacto de San José de Costa Rica: “1. Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y de expresión. Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir, y difundir informaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento de su elección. 2. El ejercicio del derecho previsto en el inciso precedente no puede estar sujeto a previa censura sino a responsabilidades ulteriores, las que deben estar expresamente fijadas por la ley, y ser necesarias para asegurar: a) el respeto a los derechos o la reputación de los demás; b) la protección de la seguridad nacional, el orden público o la moral públicas.”

PRINCIPIOS ADOPTADOS POR LA DECLARACIÓN DE CHAPULTEPEC. CONFERENCIA HEMISFÉRICA SOBRE LIBERTAD DE EXPRESIÓN CELEBRADA EN MÉXICO, D.F., EL 11 DE MARZO DE 1994

Una prensa libre es condición fundamental para que las sociedades resuelvan sus conflictos, promuevan el bienestar y protejan su libertad. No debe existir ninguna ley o acto de poder que coarte la libertad de expresión o de prensa, cualquiera sea el medio de comunicación.
Porque tenemos plena conciencia de esta realidad, la sentimos con profunda convicción y estamos firmemente comprometidos con la libertad, suscribimos esta Declaración, con los siguientes principios:

1. No hay personas ni sociedades libres sin libertad de expresión y de prensa. El ejercicio de ésta no es una concesión de las autoridades; es un derecho inalienable del pueblo.

2. Toda persona tiene el derecho a buscar y recibir información, expresar opiniones y divulgarlas libremente. Nadie puede restringir o negar estos derechos.

3. Las autoridades deben estar legalmente obligadas a poner a disposición de los ciudadanos, en forma oportuna y equitativa, la información generada por el sector público. No podrá obligarse a ningún periodista a revelar sus fuentes de información.

4. El asesinato, el terrorismo, el secuestro, las presiones, la intimidación, la prisión injusta de los periodistas, la destrucción material de los medios de comunicación, la violencia de cualquier tipo y la impunidad de los agresores, coartan severamente la libertad de expresión y de prensa. Estos actos deben ser investigados con prontitud y sancionados con severidad.

5. La censura previa, las restricciones a la circulación de los medios o a la divulgación de sus mensajes, la imposición arbitraria de información, la creación de obstáculos al libre flujo informativo y las limitaciones al libre ejercicio y movilización de los periodistas, se oponen directamente a la libertad de prensa.

6. Los medios de comunicación y los periodistas no deben ser objeto de discriminaciones o favores en razón de lo que escriban o digan.

7. Las políticas arancelarias y cambiarias, las licencias para la importación de papel o equipo periodístico, el otorgamiento de frecuencias de radio y televisión y la concesión o supresión de publicidad estatal, no deben aplicarse para premiar o castigar a medios o periodistas.

8. El carácter colegiado de periodistas, su incorporación a asociaciones profesionales o gremiales y la afiliación de los medios de comunicación a cámaras empresariales, deben ser estrictamente voluntarios.

9. La credibilidad de la prensa está ligada al compromiso con la verdad, a la búsqueda de precisión, imparcialidad y equidad, y a la clara diferenciación entre los mensajes periodísticos y los comerciales. El logro de estos fines y la observancia de los valores éticos y profesionales no deben ser impuestos. Son responsabilidad exclusiva de periodistas y medios. En una sociedad libre la opinión pública premia o castiga.

10. Ningún medio de comunicación o periodista debe ser sancionado por difundir la verdad o formular críticas o denuncias contra el poder público.

La lucha por la libertad de expresión y de prensa, por cualquier medio, no es tarea de un día; es afán permanente.
Se trata de una causa esencial para la democracia y la civilización en nuestro hemisferio.
No sólo es baluarte y antídoto contra todo abuso de autoridad: es el aliento cívico de una sociedad.
Defenderla día a día es honrar a nuestra historia y dominar nuestro destino.
Nos comprometemos con estos principios.

CONCLUSIÓN

Es muy difícil agregar algo a lo anteriormente expuesto que ya que surge con indiscutible claridad que para el correcto funcionamiento de un sistema democrático la libertad de expresión y la prohibición de la censura son elementos fundamentales, pero cuando digo correcto no quiero decir perfecto porque para alcanzar la perfección deberíamos prescindir de la existencia del hombre; la democracia es un sistema y como todos los sistemas tiene defectos y fallas es su proceso de retroalimentación, esas fallas se producen continua y naturalmente a medida que se va dando el proceso de evolución, van surgiendo nuevos conceptos, nuevas formas, nuevas ideas, nuevos preceptos que hacen a una metamorfosis lógica y no tan lógica por momentos. Como dije cuando comencé la exposición, al analizar cada hecho en particular que se da a través de la historia y la evolución de las sociedades si cambiamos alguna circunstancia podríamos hacer que esas realidades sean diferentes, tal vez más perfectas, tal vez mejores y más productivas, pero eso no lo podemos saber, es por ello que debemos aplicar los elementos menos nocivos para el sistema por más imperfectos y criticables que sean, porque esa es la única forma que tenemos de garantizarnos el mejor funcionamiento de la democracia. Si encarceláramos a todos los potenciales delincuentes, si matáramos a todos los posibles terroristas, si desterráramos a todos los posibles narcotraficantes, si censuráramos todas las posibles ideas nocivas para la sociedad de acuerdo al tiempo en que vivimos seguramente formaríamos una sociedad mejor, más pura desde el punto de vista de la perfección absoluta pero a la vez estaríamos perdiendo la libertad que es uno de los valores más profundos que nos costó conseguir.
Sólo mediante la libre expresión y circulación de ideas, la búsqueda y difusión de informaciones, la posibilidad de indagar y cuestionar, de exponer y reaccionar, de coincidir y discrepar, de dialogar y confrontar, de publicar y transmitir, es posible mantener una sociedad libre. Sólo mediante la práctica de estos principios será posible garantizar a los ciudadanos y grupos su derecho a recibir información imparcial y oportuna. Sólo mediante la discusión abierta y la información sin barreras será posible buscar respuestas a los grandes problemas colectivos, crear consensos, permitir que el desarrollo beneficie a todos los sectores, ejercer la justicia social y avanzar en el logro de la equidad. Por esto, rechazamos con vehemencia a quienes postulan que libertad y progreso, libertad y orden, libertad y estabilidad, libertad y justicia, libertad y gobernabilidad, son valores contrapuestos.
Sin libertad no puede haber verdadero orden, estabilidad y justicia. Y sin libertad de expresión no puede haber libertad. La libertad de expresión y de búsqueda, difusión y recepción de informaciones sólo podrá ser ejercida si existe libertad de prensa.


Emmanuel Terrón